Nuestro Carisma

Juan 15, 9: “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor”. Es el deseo y la petición que hace Jesús a sus discípulos.

La entrega de lo que somos, a aquellos que amamos y conocemos, a los que nos son cercanos, pero también a los que no tenemos ni cercanos en nuestro corazón ni nos son conocidos. Allí radica nuestra alegría: “amor es donación”.

De las palabras y el deseo  de Jesucristo procede nuestro carisma: La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación, es que lleguemos a estar con Él.

Únicamente «permaneciendo en el amor», podemos caminar en la verdadera dirección. Olvidar este amor es perderse, entrar por caminos no cristianos, deformarlo todo, desvirtuar el cristianismo desde su raíz.

Nuestro carisma es la respuesta de Correspondencia a la llamada,  al deseo y al amor de Dios uno y trino.
  • Permaneced en el amor de Dios Uno y Trino. Fidelidad a Dios (Vida Contemplativa)
  •  Permaneced en su Iglesia. Fidelidad a la Iglesia de Dios (Vida Comunitaria)
  • Y dar gloria a Dios. Frutos de mi Apostolado. (Evangelización)
Nuestro  carisma da razón  que sin Cristo nada podemos hacer, reconocemos y aceptamos que Jesucristo llama para estar con Él.

Cristo es la verdadera vid, que comunica la savia y la fecundidad a los sarmientos, Cristo es la Vida que nos da vida.

Es Jesucristo quien nos da a conocer a la Santísima Trinidad;  Cristo es el camino verdad y vida, que nos muestra y nos lleva al Padre, quien ve a Cristo- ve al Padre, quien ama a Cristo ama al Padre. Cristo es quien nos  comunica el Don del Espíritu Santo, De su seno correrán ríos de agua viva.  Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él (Juan 7, 38-39).

Nuestro carisma reconoce y ama a María como madre de Dios Hijo y nuestra Madre, es nuestro Señor Jesucristo quien nos entrega a su Santa y venerada Madre la siempre Virgen María como nuestra Madre.

Confesamos, Del costado de Cristo nace la Iglesia. Contemplamos a Cristo, que se ofrece como sacrificio pascual, que se nos da como alimento Eucarístico. Contemplamos  el amor de Cristo por su Padre y por nosotros que se ofrece como cordero sin macha para salvarnos del pecado y de la muerte,  restaurar la amistad con Dios, y sellar la nueva y definitiva alianza “Yavhe es nuestro Dios y nosotros su pueblo”.